Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

sábado, 16 de mayo de 2015

Para ti, futuro explorador.




No sé cuántos años han pasado, cómo has llegado hasta aquí ni lo que te ha impulsado a ello, pero supongo que necesitas algún tipo de explicación antes de aventurarte en tal expedición.


Hola, ya sabes quién soy, cómo es mi risa, cómo divago y me pierdo entre mis pensamientos, Ya sabes cómo es la punta del iceberg, ya has visto el filo sobresaliente que brilla y está expuesto a todo el mundo. Pero la parte importante se encuentra en las profundidades marinas, esa que puede hacer que tu barco naufrague si choca contra mí si no tienes cuidado.

Escribo aquí y ahora, para que el día de mañana, seas quien seas, leas los peligros y las cosas que puedes encontrarte en tu búsqueda.

No sé describirme, no soy unidireccional, mi vida no es lineal, sino que se mueve hacia los lados, hacia arriba y abajo hasta explosionar. No es un camino recto, monótono, no te quedarás dormido si caminas por mis senderos, sino todo lo contrario; tendrás que estar demasiado despierto para no perderte.

A veces soy una criatura de fuego, un fuego que arrasa con todo lo que se le ponga en el camino, una luz luminosa y enérgica que sería capaz de alumbrar a todo el mundo si llegado el momento, se queda en completa oscuridad. Soy fuego, soy fénix y conmigo puedes volar y volar y quemarte conmigo, quemarte explotando la vida, escupiendo llamaradas de intensa pasión por vivir, por volar, por disfrutar.

A veces soy un corcel indomable, y si me sigues, no será doblegándome ni llevando tú las riendas, sino que irás a mi lado, tan indomable y libre como yo, corriendo, embistiendo, encontrándonos con todo lo que la vida nos pueda y quiera ofrecer.

A veces soy frío, a veces soy calor... nunca un punto intermedio. No existen las medias tintas, no existe un punto neutral. Mi vida, como te digo, se mueve en cualquier dirección inimaginable... rozo los extremos porque son la única cosa certera que existe, porque es el extremo, es el peligro, es el impulso lo que me proporciona vida. Si vas a acompañarme, has de tenerlo muy en cuenta, que conmigo es todo o nada, es frío o calor, es vida o muerte, es impulso o el hastío.

A veces soy luz, pero otras... soy completa oscuridad y te perderás si no sabes utilizar tus otros sentidos, porque mis recovecos son tan profundos que podrías caerte y gritar, y nadie te podría escuchar, nunca. Porque hay lugares de mí a los que nunca ha llegado la luz, y es algo que debes aceptar. Aceptar que no puedes ser guía en mi penumbra, que esa zona gris del mapa por la que pasarás, no se puede repoblar, porque ninguna flor tiene el valor de crecer ni vivir allí, porque la tierra está marchita y podrida pero forma parte de mí, y del encanto de mis valles.

Debes aceptar, que soy ininteligible, que nunca llegarás ni lograrás entenderme del todo, ni siquiera un poquito. Porque mi ecuación está elevada al máximo exponente de la locura, y es imposible despejar la incógnita que rodea mi vida. Solo pido que cuides y respetes mis mensajes cifrados aunque no sepas leerlos, que admires la belleza del misterio, que entiendas que es difícil saber qué tengo dentro de mi caja de Pandora, pero que ese es precisamente el encanto y lo mejor de mí; nunca saberlo, como esos secretos de mago que nunca son revelados porque de lo contrario, la magia se perdería.



Pero no todo es oscuridad, no todo son jeroglíficos ni extremos. También hay fantasía, puedo crear mundos para que solo tú y yo vivamos y luchemos, para que cada día sea una aventura y nunca, nunca... envejezamos el alma, para que seamos por siempre niños en Nunca Jamás. Porque mi alma de niña perdida nunca muere y es algo que también has de saber. Que amas a una niña en cuerpo de mujer, que tiene miedos, que ríe y llora, su imaginación se desborda y nunca deja de jugar. Y yo, si te quedas a mi lado, quiero ver también al niño que llevas dentro, para que así, mi niña tenga un compañero de juegos con el que imaginar.


¿Y bien? Ya has llegado al final. Estoy segura que todo lo que te he descrito aquí... ya lo sabes. Porque si te has decidido a vivir mi aventura, es porque te has dado cuenta de lo que te vas a encontrar en ella. Tú, tú me conoces. Nunca pensé que alguien pudiera hacerlo algún día. Has dedicado tu tiempo, tu sudor y tu sangre a conocerme, a saltar los obstáculos, las barreras, a ver qué se esconde detrás del muro. Tú... tú has descifrado el código de la caja fuerte. Así que, guardaré esto por aquí para que llegado el día en el que te conozca, me conozcas y hayas pasado el muro, puedas leer esto. Para que sepas que confiaba en ti desde el principio, seas quien seas. Porque aún no te conozco, pero estoy segura... que tú también tienes una aventura para mí.



lunes, 13 de abril de 2015

¿Final abierto?


-Prólogo-
Si mi vida fuera una película, pediría que me devolviesen el dinero. Hablaría con mi guionista para quejarme y echarle en cara lo mal escrito que está mi guión.  Muchos close-ups de la cara de una chica de pestañas largas que mira hacia abajo y gesticula demasiado. Muchos planos de mí en medio de dos caminos, muchos diálogos que han de ser subtitulados porque hablo en un lenguaje que nadie entiende. Por no hablar de la trama, casi la mayoría del tiempo es relleno, no pasa nada, supongo que será para apreciar la belleza de la fotografía, el color, el silencio, esas situaciones en la vida del espectador en las que no le pasa nada, que hasta el plano de las hojas de un árbol siendo movidas por el viento es más interesante que su propia vida.

Al menos este tramo de la película, mi personaje es así, plano. A priori, parece que no tiene nada más que mostrar. Hasta que viene la parte de los flashbacks, que ahí sí, tengo que darle mi enhorabuena al director, por una vez hizo algo bien. Los flashbacks siempre con un color grisáceo, la calma antes de la tormenta, o quizá la tormenta que desató esa calma insoportable que vivo ahora. Es mi precuela una de esas secuencias que en menos de un minuto pueden romperte el corazón y entender hasta el más despiadado de los villanos. Y es entonces, cuando le coges cariño al personaje, entiendes por qué actúa de tal o cual manera, entiendes por qué los planos de mi personaje se centran solo en mis ojos y en la emoción de estos. Si miras dentro de ellos, a veces parece una bola de cristal donde se ven recuerdos pasados de una vida que parece no pertenecerme ahora. También hay muchos planos de mí espalda desnuda y pálida, como desprotegida, como queriendo esconder un mensaje oculto, como un recurso óptico para hacer más vulnerable mi personaje, como si mi espalda estuviera cosida a latigazos invisibles y ahora descansa en silencio, dolorida.

Pero ahora no puedo evitar soltar alguna lagrimilla, mi guionista es cruel y mezquino y en este tramo de la película, me tiene en una gran indecisión. Suena mucha música instrumental, planos de mi personaje sentado y solitario con mi pelo danzando con el viento. Da al espectador qué pensar, se puede apreciar que está pensando, que no sabe qué hacer, que aunque su vida está vacía tiene la oportunidad de elegir a veces qué camino escoger. Pero nunca escoge, nunca sabe qué hacer. Por los flashbacks que se ven al principio de la película, quizá está ahora en tal indecisión. Quizá por esos latigazos imaginarios, quizá por miedo, quizá por demasiada sensatez.

Este plano es triste, tristísimo. Por eso quiero expresar mi profunda frustración a mi guionista, porque aún no ha escrito la segunda mitad de esta película y no me puede tener aquí, sentada, escuchando esta instrumental una y otra vez, con la misma indecisión mes tras mes, día tras día, hora tras hora. ¿Por qué no ha vuelto a escribir? ¿No sabe cómo acabar mi historia? ¿Por qué me hace sufrir así? Espero que no sea capaz de desentenderse de mí, espero que no sea tan cobarde de dejarme en final abierto y hacer que el espectador tenga que imaginarlo. No lo sentiría por ellos, si no por mí. Quiero saber cómo acabará mi historia o al menos, saber si habrá segunda parte, después de este final abierto que parece no tener fin.


Hoy he visto ese final abierto. Era yo, esperando el semáforo, en un día de agradable primavera. Sonaba esa canción de nuevo, la cámara se alejaba poco a poco dejándome a mí, con la mirada fijada en el frente. Y la cámara se alejaba y se alejaba, yo no me movía. Y sutilmente, de repente, va anunciándose un fundido en negro.


Aún estoy esperando para saber qué va a pasar conmigo, si cruzaré ese semáforo, si tomaré un rumbo determinado. Espero que terminen de crearme o juro que no habrá segunda parte.


                             

martes, 31 de marzo de 2015

Bestia no me amaba.


Salí de aquel lugar, de aquella espesa niebla sabiendo que no te conocía, que desde el primer momento nunca lo había hecho. Sentí pena por mis recuerdos, esos que alimenté con falsas quimeras, con obras teatrales que tú representabas. Pero solo eras un actor jugando tu papel. Y yo te creí, te creí como una tonta. Aplaudí cada una de tus actuaciones, convencida de que aquel baile de máscaras era real.

Esa mañana hacía un frío invernal, apenas podía distinguir aquellos altos edificios, aquel lugar paradisíaco, tu rincón favorito alejado del mundo, que también empezaba a ser el mío. Pero se te cayó aquella máscara de porcelana y allí te mostraste. La bestia, mostrando su verdadero ser, apresando a la bella, no importándole si aquellas zarpas le destrozaban la piel.

Bestia no me amaba, solo quería retenerme para sí, obligarme a darle un calor que nadie le había dado. Era solitario y vivía entre multitud de lujos, pero nada le saciaba, nadie le amaba. Era feroz y mezquino, astuto y deshonesto, violento y pueril. Pero a veces mostraba su lado vulnerable para atrapar a su presa. Sentí ternura por una bestia que, por su condición de monstruo, no podía querer ni ser querido. Su vida estaba condenada al exilio y soledad, como también lo estaría la mía si me hubiese quedado. Pero huí, huí esa mañana como alma que lleva el diablo por mi condición de águila, que solo ansía ser libre, por mi condición de samurái errante, que prefiere vivir su vida solo a estar rodeado de malas compañías, por mi condición de humana, que busca amar y ser amada por unas manos que no destrocen su cuerpo.



I believe, I believe you could love me but you're lost on the road to misery and what I gave to you... I could never get back!

The shadows of your heart are hanging in the sweet, sweet air. The secrets that you hide control us and it's just not fair. 





martes, 17 de marzo de 2015

Sin método aparente.

La locura, la ambición, la respiración entre cortada que se cuela entre estas palabras, el temblor, la ceguera, el desmayo. ¿Qué quiero decir, qué quiero decir aquí? Mis manos, mis manos son las que quieren hablar. Las voy a dejar seguir, no las pararé y que escriban, que escriban aunque quiera darle borrón y manchar el teclado de vísceras verbales.

Quién soy, ¿quién soy? Quién soy. ¿Soy la que un día fui? ¿Soy algo de lo que quedó ayer? ¿Alguien me conoce, sabe mi nombre? ¿Me ha conocido alguna vez, se acuerda de cómo era, cómo solía hablar, reír y besar? ¿Sabe si mi risa suena diferente cuando quiere sonar amable y dulce a cuando no puede evitar estallar en carcajadas propias de la más satírica hiena?  ¿Hay alguien que pueda contarme quién era yo y qué o quién soy ahora? ¿Por qué trato de hacer de esto una autobiografía? ¿Por qué escribo de mí, por qué a esta velocidad, por qué sin sentido ni coherencia, por qué tan repetitivamente que hasta llega a ser tedioso? ¿Por qué tantas preguntas? Por qué a veces tengo guerras dialécticas conmigo misma, por qué algunos días mi espejo es la mesa de debate y a este lado, yo soy la que abre fuego, y al otro, la que grita y no quiere escuchar, la que pone excusas y baja la mirada. Por qué hay días que me detesto y no me soporto y otros solo sé admirarme y amarme como la más ardiente de las amantes. Por qué soy yo la que más se quiere y la que más se odia, por qué un día me disparo en la sien y al otro me creo la emperadora de mi propio reino. Por qué hay días que cojo mi guadaña y no dejo títere con cabeza, y otras son las veces en las que yo soy la presa del cazador y venden mi piel para hacerse con ella un abrigo que poco resguarda del frío.  Por qué hay veces que soy yo la que pone precio a mi propia piel y espera a ser comida y degustada, y otros ladro y clavo mis colmillos a transéuntes que no tenían intención de mutilarme.

Por qué cada palabra que escribo parecen escupidas con desprecio aquí, por qué cada letra me parece tan ridícula y me juzgo así. Por qué soy mi propia justicia, por qué sostengo esta balanza entre perfección e inconformismo y mis pecados capitales. Por qué me condeno a cadena perpetua cada vez que fallo o me fallo, por qué disparo a bocajarro o me disparo y no me perdono. Por qué no tengo testigos presenciales de esta locura, por qué nadie está en el lugar de los hechos cuando de madrugada le resto el coste a mi vida.

Por qué, por qué, por qué.  Respira, suelo decirme a mí misma cuando esto sucede. Pero incluso el aire se conserva intoxicado por estas palabras. Inhalo vacío, exhalo desazón en un círculo vicioso.


Con el tiempo, el torrente de emociones acaba por disiparse. Aún con esto, por mi mente no deja de pasarse mi otra mitad a cuchichear, criticar, despotricar sobre lo que escribo.

"Qué mal lo haces", "Qué patética te ves" "Vaya calidad de mierda", "En cinco minutos estarás igual de inquieta, vaya pérdida de tiempo".  Siempre ella para desvalorar todo mi esfuerzo en desfigurarme y convertirme en palabras, palabras que realmente no sirven de nada. ¿O sí? ¿Esto trataba de ser algún tipo de relato metafórico de los que siempre escribo? Porque de ser así, no lo he conseguido. Siempre hablando de mí, de mí, de mí. No me soporto, hoy no me soporto. Mañana quizá observe en el espejo de arriba a abajo y tenga mi aprobación. Hoy no sé quién soy, no me reconozco y cada vez sé menos en qué me estoy convirtiendo.



Whø is Blurryface? and why does he want me dead?  



domingo, 15 de marzo de 2015

Arpegios de madrugada.



Era una de esas noches místicas, crípticas que guardas en ese diario, junto a todos esos momentos esporádicos y mágicos que nunca salen a la luz, como un tesoro escondido que a veces vas a desenterrar al  desván solo para recordar.

Era madrugada en esa ciudad, en un lugar apartado del ajetreo mundano, en un ambiente idílico y tenue.

Tenía los ojos rasgados pero extrañamente llamativos, melancólicos y pícaros a la vez, un peinado radical y algo bohemio.  Éramos dos desconocidos dándole la espalda al mundo, apoyándola contra la persiana, era ya la madrugada y el cielo se tornaba rosado por momentos, anunciando el final inminente de la noche. Él era uno de esos chicos vaivén, un amante inolvidable, un pestañeo leve, un abrir y cerrar de ojos que desaparece, un final con preaviso, una soledad unida a la mía, dos cuerpos que se necesitaban por unos instantes, un tipo de amor instantáneo y de vía rápida que creaba el efecto deseado en cuestión de minutos, una inyección de emergencia contra ese virus llamado soledad, que a veces golpeaba con fuerza nuestros motores latentes y nos hacía tiritar por el frío.


Amanecía, él con su guitarra me cantaba, cada acorde era un puñal más en mis costados, cada palabra que emergía de su voz era un disparo a mi razón, a mi invulnerabilidad. Su voz, rasgada y melancólica se metía en mi cabeza y rebuscaba entre todas esas cajas que concienzudamente me había encargado de cerrar bajo llave. Y él las abría para ver qué se escondía dentro. Empezó a desordenarlo todo y dio con una caja mayor, negra con una cerradura de oro. Con un simple soplido, la abrió. Soledad se llamaba lo que escondía dentro.

Él cantaba y cantaba, le cantaba a mi soledad, parecía una nana triste para una niña que no quería dormir, una regañina cariñosa para una niña que tenía la piel hecha jirones y estaba allí, intentando repararla a besos de un insomne tan roto y solo como yo.  Él también se rompía, se rompía a la misma velocidad que yo. Éramos dos siluetas insomnes y tristes, dos soledades que nunca podrían sanar a la otra. Él cantaba, cantaba. Yo me rompía, me rompía. Y así, desde entonces, duermo con la nana de la soledad en mis oídos. A veces pasamos las noches entre acordes y cariño sabiendo que al día siguiente, abandonaremos ese estado de idilio. Es nuestro único destino y final posible pero en el transcurso de este, él le echa sal a mis heridas, y yo a las suyas.

Él es la forma que tiene mi soledad, un chico insomne y preso de las ojeras, cantándole a la nada un sábado a las seis de la mañana. Lo que más odio es ese silencio tras el final, ojalá nunca dejara de cantar, le tengo miedo al silencio que por las noches no deja nunca de gritar y no me deja dormir, a este frío que no se va ni con el fuego más ardiente.  Él es la soledad, él es la voz de mi soledad, él me ahoga y mañana ya no estará, pero esta noche sé que no dormiré con ese silencio, ahora mis lágrimas tienen canción, ahora mi soledad es capaz de bailar al son de estos dos insomnes que no se quieren dormir...
 








Come on skinny love just last the year
Pour a little salt, we were never here 

And I told you to be patient
And I told you to be fine
And I told you to be balanced
And I told you to be kind
And in the morning I'll be with you
But it will be a different kind

Who will love you?
Who will fight?
Who will fall far behind?



miércoles, 18 de febrero de 2015




Buscaba encontrar la catarsis, creyendo que así la conseguiría.  Pero qué es realmente la catarsis, dónde se encuentra, cómo acceder hasta ella cuando la negación emocional es abismal.


Llegué tarde, lo pude notar. Pude notarlo cuando quise aspirar el aire que emergía fuera de mi perímetro, cuando alguien me oyó gritar desde dentro y rompió mis ventanas. Había permanecido mucho tiempo en aquel antro, en aquel refugio construído y estaba inconsciente, sumida en un coma.

Huía precisamente de aquello que realmente la protegería y salvaría. Le denegó el acceso a cualquier atisbo de humanidad, sin saber que privarse de ser real, la convertiría en alguien inexistente.


¿Qué se siente al estar muerto, qué se siente al no existir?  He podido ver el desenlace de este trágico camino, de cómo mi voluntad me cegaba y me conducía hacia ello creyendo que así... conseguiría esa catarsis que tanto esperaba. Pero cómo llegar a una catarsis, como llegar a esa explosión de emociones si me he negado la totalidad de estas. No hay catarsis, purificación ni salvación para mí, después de todo. He llegado al fondo de todo, y lo he visto.  Es frustrante, ¿no? Es como cuando un católico está a punto de morir y... no ve esa luz en la que tanto creía que podría salvarle. Y entonces, minutos previos a morir... primero muere ahogado en decepción.

Yo acabo de volver de ese fondo, de ese abismo. Hace nada llegué a él, y esta vez, pisé el acelerador y me sumergí, quería saber... cómo era el sabor de la muerte en vida. Quería saber si mis esfuerzos por abandonar cualquier deseo y ambición, cualquier emoción, serviría de algo, serviría para encontrar mi camino, un camino más fuerte, un camino inquebrantable, pero construí unos límites tan infranqueables que al ver el fondo del abismo, me asusté... y al querer volver al exterior, no puedo romper las barreras. Asustada y moribunda, yazco aquí. Mi último esfuerzo lo di dando ese salto, probándome a prueba de nuevo, averiguando si era capaz de actuar con sangre fría y muy poco corazón. He vuelto a caer en esas diabólicas pruebas de investigación... y esta vez, no las he superado. Este es mi límite, he roto mi ética, he roto mi respeto, mi orgullo, mi amor propio, solo como último escalón para perder la poca humanidad que me quedaba.


Ahora sí, ya no me queda nada. No siento catarsis de ningún tipo, solo una soga al cuello que va aprentando más y más. Me he llevado a mi propia muerte porque esto es lo que quería, quería morir. Y aunque en cuerpo aún no lo haya completado, en alma sé que ya no estoy aquí. Y ahora es cuando el miedo me atrapa de verdad, el miedo a no salir de aquí, nunca. Me he asegurado tan minuciosamente de que nadie me siga, de que nadie haga el esfuerzo por salvarme que ahora si pidiera ayuda solo obtendría eco de vuelta. Estoy fuera de control, voy cuesta abajo y sin frenos y esta vez no voy a sobrevivir para contarlo. Siento la ansiedad, el ahogo, la locura asomando por mis ojos, frenando mi respiración.



Lo he conseguido... he conseguido seguir mi segunda teoría del Caos a la perfección, nunca había llegado a finalizarla. Qué habré visto más allá de los muros para someterme a tal aislamiento y ostracismo...   ya no hay lugar para mí, ni allí afuera, ni aquí. He comprobado y analizado exáctamente la situación y qué es lo que me ha llevado a este punto. El problema no eran los sentimientos, el problema no era la perfección o la libertad, la impulsividad o la completa sumisión a la disciplina. Nadie nunca, ha tenido la culpa de estas barreras, solo hay una persona culpable y la veo cara a cara. día a día. El problema no es lo que hay ahí fuera, el problema no está en los demás, no hay culpables ni verdugos en esta historia. Tan solo yo. Yo. Yo soy el problema, yo soy el material defectuoso, soy el objetivo a aniquilar.  Me ha costado mucho tiempo y mucha disciplina y muchos castigos para darme cuenta de ello.


Yo soy la culpable y libero al mundo de mi eterno odio. Porque la única que me ha llevado a estar en esta situación... sea cual fuere, soy yo. Yo me he equivocado, yo he sufrido, yo soy incomprensible, incorregible, compleja para este mundo, yo soy de lo que todo el mundo debe huír porque... yo soy el problema, Nací por equivocación en un mundo más simple, en un mundo donde no hay cabida para mí de ningún tipo. No me queda nada, absolutamente nada... nada que perder, así que no me costará dejarlo todo.



De alguna forma, quisiera dejar este cuerpo y respirar por fin... en calma, lejos de aquí. Quisiera liberarme pero ya no hay... catarsis... para mí. Pido ayuda a gritos a un Dios que no existe por que me saque de esta situación, que estas barreras se disipen, porque empiezo a quedarme sin oxígeno y no sé cómo volver a vivir, y estoy peligrosamente fuera de los límites del control. Ya no lo aguanto más. He llegado demasiado lejos y esto debe parar...   ahora es cuando empiezo a sentir la pena y la rabia contenida. Cuándo volveré a sentirme feliz... alguna vez. He olvidado cómo se hace o cómo se consigue dicho secreto.


Dicen y sé por experiencia, que la inspiración siempre viene en los momentos más dolorosos... nunca se escribe en los momentos felices. Quizá por eso no dejo de estrangular las palabras contra la pared para que me expriman su jugo... algo con lo que poder conseguir liberación. La escritura es hacer aflorar las emociones... hacer las nacer y crecer. Al menos sé que estoy viva por que escribo... retorcidamente, porque cada palabra que sale de mí es un recuerdo de cada emoción, aunque estas sean emociones destructivas, emociones que lejos de ser positivas, son armas letales. Creo que es mi único chaleco salvavidas en estos momentos, debería aferrarme a él, aprovecharme a costa de mi dolor y mi locura para mantenerme a flota. Porque nadie va a venir a por mí, ya no dejo a nadie que venga y no sé sentir nada.


No sé sentir.

No sé qué es sentir.
Qué es la alegría, qué es sentirse satisfecha, por qué motivos se sonríe.


Este es mi límite, y grito en silencio porque me voy a volver loca si no consigo salir de aquí ya.




domingo, 8 de febrero de 2015

My own hollowfication




Cuanto más busco la perfección, más me alejo de ella. Soy mi propia cobaya de investigación, yo establezco mis límites y mis retos. Ejerzo de opresora y de esclava a la vez, esclava de mis propias exigencias y errores. Yo soy la que flagela y la que recibe los golpes, vivo dos vidas por una.

He perdido mi línea por aspirar siempre a más y lo único que siento es arrepentimiento. Arrepentimiento por no haberme exigido aún más. Más y más, más rápido, más éficaz, más feroz, más violento, más frenético, hasta el borde de la locura, hasta el hastío, hasta deshacerme. Para mí, NUNCA es suficiente. Cuanto más intento alcanzar la perfección y más rápido corro para llegar, más heridas se hacen mis piernas, más trozos de piel voy dejándome por el camino. Cuando llegue a la perfección, seré cenizas, seré trocitos que se han ido dispersando por el camino. Cuando consiga la perfección, seré la persona más imperfecta que nadie haya conocido jamás.


"Cada uno elige el infierno en el que quiere quemarse" y yo he elegido ser inalcanzable, impenetrable, insensible, impasible, imparcial. He elegido correr más rápido que los otros, salvarme de la extinción, salvar mi piel y dejar que otros mueran, desgarren la suya y la vendan al mejor postor.

No sé si estoy llegando a la perfección o a la locura, quizá ambas son la misma cosa. Cada paso que doy es un impulso inhumano que no puedo controlar. En algún momento, de un modo u otro, la locura acabará consumiéndome y quizá es eso todo lo que estaba esperando. No conozco mejor forma de perder la humanidad que olvidando que la tienes. No conozco mejor forma de olvidar la debilidad que olvidándote de lo que te rodea. En mi camino no hay espacio para nadie y no dudaré en ultrajar, traicionar, abandonar y mentir con tal de conseguir llegar a la cima.

¿Qué qué es la cima? Aún no lo sé, pero sé que es un lugar que no tiene cabida para nadie más que para mí. No sé si es la muerte, no sé si es la gloria, solo sé que me precipito hacia ella y nada puede pararme. Para bien o para mal, yo he elegido este camino desde hace tiempo y si bien antes me forzaba a continuar, ahora me van a faltar costados a los que atravesar si paro un solo minuto a descansar. Borraré mis pasos para que nadie logre seguirme, jamás.









Esta es la mejor forma de destruirme que conozco, y me encanta. Sentir cómo pierdo el aliento y me dejo la piel por quimeras y utopías. No pararé hasta verme reducida a cenizas.